jueves, 24 de enero de 2008

Dr. Féliz Rodríguez de la Fuente



No mates, caza. Porque no es lo mismo matar que cazar.La persecución,el acoso, y la muerte de la pieza, siempre han exigido del cazador esfuerzo físico y agudeza mental.Y en cuanto al ejercicio de la caza contribuya a desarrollar tus músculos, y afinar tus sentidos, será para ti una actividad noble y deportiva, regida por la eterna ética biológica.Una sóla pieza que te exija una tarde entera de persecución, una penosa espera desafiando el cierzo o un laborioso cálculo de estrategía cinegética, representarán más alta conquista y mas provechosa dedicación que cien infieles animales derribados con comodidad y sin fatigas. Por que no es la cantidad de capturas lo que forma y ennoblece a un cazador, sino la calidad de las mismas.

ORTEGA Y GASSET

 
Le seguí por umbrías y solanas buscando sin odio.
Le aceché en vano a orilla de siembras y rastrojos,
y no le guardé pena.
Y con el más puro instinto predador,
le quité la vida sin quererle la muerte.
No me preguntéis las razones de porqué lo hice,
ni me agobiéis en un compromiso sin respuesta.
Es la sierra, la noche sombría, la frescura del alba.
El olor penetrante del espliego y del musgo húmedo.
Es la encina curtida, la leña quebrada,
y el susurro eterno de la espesura.
Es lo ancestro, lo atávico, ES LA CAZA.

miércoles, 23 de enero de 2008

Tiene el aire cuando se caza,
otro sabor más exquisito al resbalar sobre la piel
o visitando el pulmón.
La roca adquiere más expresiva fisionomía,
y el vegetal se carga de significaciones.
Pero todo ello se debe a que el cazador,
mientras avanza acurrucado a la espera,
se siente unido por debajo de la tierra
con el animal que persigue.
Hállese éste a la vista, oculto o ausente.